top of page

El hedonismo presente en La Celestina de Fernando de Rojas

  • vtejada07
  • 27 oct 2015
  • 9 Min. de lectura

La Tragicomedia de Calisto y Melibea, o simplemente en la actualidad como La Celestina es una obra datada a finales del siglo XV relacionada como posible autor (o coautoría) a Fernando de Rojas, bachiller nacido en Puebla de Montalván. Obra maestra de la lengua española, de múltiples herencias y de gran importancia, narra la historia del amor no correspondido del joven Calisto hacia Melibea, quien la rechaza, provocando así un amor cortés por parte del mismo. Incitado por uno de sus criados de nombre Sempronio, Calisto recurre a la ayuda de la Celestina quien, de múltiples títulos y trabajos entre los que destacan el de bruja, vieja prostituta y alcahueta, tratará de convencer a Melibea a través de un inteligente uso de la dialéctica y un conjuro mediante la magia de Plutón para que le ame de la misma manera que él lo hace. Otro de los criados, Pármeno, intenta disuadir la situación, pues conoce bien los trucos de una embustera Celestina, sin embargo, ella la convence a cambio de los placeres de una de las prostitutas que vive en la casa de la Celestina.

A lo largo de la obra, existen múltiples acciones, referencias e incluso personajes que están relacionados con una búsqueda del placer como rasgo característico o que resalta de alguna forma. El propósito de este ensayo es analizar la presencia de una ideología hedonista a través de diferentes aspectos de la obra. Primeramente, se explicará el significado del hedonismo para que de esa forma por medio de diferentes personajes, Celestina, Pármeno, Calisto, Melibea y Elicia pueda reflejarse a través de diversas situaciones presentes en la obra sus deseos en los que puede notarse inmerso el placer. Asimismo se hará una relación con el contexto de la época.

La satisfacción de los sentidos ha sido desde tiempos antiguos una búsqueda implacable para la humanidad y para la misma se ha tenido múltiples accesos: la comida, la bebida, el juego o la sexualidad, entre otros. Según el Diccionario de la Lengua Española el hedonismo, etimológicamente proveniente del griego es una “doctrina que proclama el placer como un fin supremo de la vida” (Real Academia de la Lengua Española). En la obra, existen diferentes relaciones que interactúan de formas alternas, así como situaciones que tienen como atrayente principal el satisfacer las necesidades corporales. “En La Celestina la exuberancia corporal, revelada en los juegos eróticos de nobles y criados, acaba siendo despedazada” (Sanmartín Bastida 193). Sin embargo, aunque dichos juegos de erotismo y aparente “amor” pueden apreciarse de manera explícita como uno de los placeres más grandes también es posible apreciar dentro de los personajes otros en menor medida que sumados, reflejan en su totalidad el hedonismo envolvente en cada uno de ellos.

Uno de los ejes centrales, motivante y que desencadena estas diferentes acciones gracias a la constante influencia, capacidad, inteligencia e intereses, es una de las protagonistas, la Celestina. Puede notarse el gusto con el que ella cuenta en el hecho de ser una alcahueta, más allá de eso, el de ser espectadora de las relaciones que crea; un ejemplo de ello así como de su inteligencia es en el acto primero en donde intenta convencer a Pármeno que le ayude. “Pues tu buena dicha quiere, aquí está quien te la dará […] De enfermo corazón es no poder sufrir el bien. Da Dios hablas a quien no tiene quixadas” (De Rojas 69). Asimismo, la Celestina hace uso de los recuerdos de Pármeno en donde le habla de la antigua relación que tenía la misma con la madre de él haciendo su convencimiento aún más efectivo.

Posteriormente, en el acto VII puede verse como se consuma la relación en dónde la alcahueta trata de convencer a Areúsa, la enamorada de Pármeno. “Quiérole hacer subir. Reciba tanta gracia, que le conozcas y hables y muestres buena cara. Y si tal te pareciere, que goce él de ti y tú de él. Que aunque él gane mucho, tú no pierdes nada” (De Rojas 141). Pese a que un principio Areúsa parece negarse ante la idea Celestina continúa insistiendo y le amenaza a lo que ella responde: “Madre: si erré haya perdón y llégate más acá y el haga lo que quisiere. Que más quiero tener a ti contenta que no a mí; antes me quebraré un ojo que enojarte” (De Rojas 144). La presente actitud hedonista de la Celestina, empeñada por satisfacer los deseos de Pármeno, el cual gustoso accede, pues desde un principio buscaba ello, consumar sus deseos por Areúsa. Asimismo, Celestina se ve satisfecha, cumpliendo el deseo de quitar el obstáculo que podría representar Pármeno para conseguir los bienes materiales de Calisto y lo que conlleva la realización de los trabajos de la misma.

Otro de los pasajes más importantes en cuanto al goce, puede notarse en el personaje de Calisto quien, no sólo inmerso en los delirios del amor cortés, busca a Melibea aún más como una destinataria capaz de otorgarle el mayor placer. La cúspide de estos delirios culminan en el acto XIX, en el último encuentro entre Melibea y él. “Esta se queja dulcemente de las manos crueles del precipitado amante que desgarran sus delicadas ropas. Y he aquí que Calisto, semejante a sus criados por la fuerza brutal de su deseo, exclama, como si se dirigiera a una cortesana” (Heusch 9). En la conversación que tienen ambos puede notarse la molestia por parte de Melibea y la respuesta inmediata que tiene Calisto.

“Melibea.- Holguemos y burlemos de otros mil modos que yo te mostraré, no me destroces y maltrates como sueles. ¿Qué provecho te trae dañar mis vestiduras?

Calisto.- Señora, el que quiere comer el ave quita primero las plumas” (De Rojas 260).

Justamente en aquella respuesta, puede notarse el hedonismo latente en el que se encuentra inmerso Calisto, ya no se trata de un delirante amor como pudo haberse manejado en un principio, sino en un deseo completamente relacionado a la satisfacción sexual. “La desplazada metáfora de Calisto tiene como efecto principal el convertir a la dama en mera ave por desplumar y la sexualidad en un acto devorador” (Heusch 9). Asimismo, se encuentra presente otra influencia importante de la alcahueta, en un acto, que como ya fue mencionado, no puede categorizarse como amor, que reitera las actitudes de la Celestina al convencer a Melibea.

Sin embargo, Melibea de igual forma puede categorizarse como un personaje condescendiente al placer, aunque a primera instancia pueda considerarse como una víctima de las brujerías hechas por la alcahueta y de su asertiva manera de hablar, termina siendo lo contrario. “De hecho, al igual que las otras rameras, ella persigue el amor hedonista por ser el centro de su vida, aunque mantiene ciertas diferencias con el resto de compañeras de profesión pues cuando éste desaparece con la muerte de su amado, en vez de buscar otro amor, se suicida” (Abril-Sánchez 11). En el acto XVI, sucede el momento en que Melibea confiesa a su criada Lucrecia el gusto que encuentro por Calisto. “¡Afuera, afuera la ingratitud, afuera las lisonjas y el engaño con tan verdadero amador, que ni quiero marido ni quiero padres ni pariente! Faltándome Calisto, me falte la vida, la cual, por que él de mi goce, me aplace” (De Rojas 238). Es de nuevo aquí que con ayuda de la influyente Celestina, lo que comenzó por llamar amor Melibea terminó en una forma de negación ante la verdadera naturaleza del hedonismo presente en ella, que sucumbió ante la creencia de sus padres en el hecho de que conservaba su virginidad.

Por otro lado, otro personaje que se ve marcado por la influencia de la alcahueta y de sus consejos hedonistas, es Elicia. “La primera escena en la que aparece nos muestra mucho de su personalidad hedonista. Cambia de amante sin problemas con el fin de mantener a los dos contentos aunque para ello se tenga que servir del engaño” (Abril-Sánchez 17). Sin embargo, en una de las conversaciones que tienen entre las dos en el Acto VII puede notarse que además del oficio de prostituta, existen otros verdaderos placeres que son los condescendientes. “Hayamos mucho placer. Mientras hoy tuviéramos de comer, no pensemos en mañana. […] No habemos de vivir para siempre. Gocemos y holguemos, que la vejez pocos la ven y de los que la ven ninguno murió de hambre.” (De Rojas 146). Elicia es la buena discípula, encarna un hedonismo adjunto de una vida en la que las preocupaciones del futuro no se ven reflejadas. “Para ella lo importante es el placer de cada rato y no quiere pensar en el día de mañana” (Okamura 56). Asimismo, puede notarse que además de los placeres sexuales, que no son los únicos inmediatos entre los que busca satisfacerse y que se encuentran presentes en la obra, están los de la comida.

La comida, es por excelencia uno de los placeres máximos y aún con ello es sin duda, el más fácil de satisfacer entre los demás. Dentro de la obra, es el acto noveno el que cuenta con una dedicación especial al respecto y en dónde a través de los diálogos de los personajes se recalca el hecho de su importancia, en especial cuando la Celestina habla sobre las maravillas que los alimentos y la bebida son capaces de provocar.

“Que un cortezón de pan me basta para tres días. Esto quita la tristeza del corazón más que el oro ni el coral; esto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza, pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia, conforta los celebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del anélito, hace potentes los fríos, hace sufrir los afanes de labranzas, a los cansados segadores hace sudar toda el agua mala, sana el romadizo y las muelas, sostiene sin heder en la mar, lo cual no hace el agua” (De Rojas 162).

De nuevo es apreciable las actitudes del hedonismo inmerso completamente en el personaje de la Celestina, es a través de la palabra que, de manera incluso exagerada, deja ver a esa búsqueda del placer; ya sea a través de la comida o la bebida, o las relaciones y juegos que ella crea, es un fin máximo de la vida, de un goce continuo y alegría.

Lo anterior puede relacionarse con el contexto de la época en el sentido de las diferencias existentes entre las clases sociales y que a su vez, se encontraban muy marcadas las diferencias entre los nobles y los pobres. “Una de las particularidades estilísticas de La Celestina se halla en la ‘invención’ de un habla propia de los personajes no nobles” (Heusch 7). Esta segregación puede notarse en los intereses de los diferentes personajes a través de sus placeres; para los nobles como resultan ser Calisto y Melibea, los deseos por los placeres materiales o los de la comida y la bebida son nulos, como si resultaran en simples trivialidades gracias al hecho de que no les hace falta ninguna. En cuanto a los demás, Pármeno, Celestina, Elicia, que son simples sirvientes o de una clase social menor, añoran con el dinero, disfrutan el goce al comer y beber cuando lo tienen, disfrutan de los placeres carnales con más libertad e incluso, al tratarse del lenguaje puede notarse la diferencia entre ambos.

Otro aspecto significativo dentro del contexto histórico, es el hecho de la influencia didáctica que tenía para la gente de la época. Puede aprenderse de los errores que tuvieron los personajes de la obra como Pármeno o Sempronio, que por avaricia y egoísmo mueren, o Calisto que muere como consecuencia de la lujuria. De igual manera, puede aprenderse la envidia de Elicia, de la inocencia de Melibea o de cuidarse de la existencia de personas como Celestina. “La respuesta se encuentra tal vez en el planto final de Pleberio […]. En un momento dado, Pleberio se dirige al mundo al que tilda de ‘laberinto de errores’. Confesará más tarde que él también ha sido de los que probaron los deleites mundanos” (Heusch 18). En el acto XXI, en ésta reflexión de Pleberio por los deleites mundanos es el punto en donde se puede notar aún más la enseñanza, donde los placeres mundanos o carnales, los deseos simples pueden llevar a situaciones trágicas en exceso, y que existen a su vez mejores placeres como los del alma.

El ser humano busca de forma fundamental el placer, el suyo propio o de sus amantes y seres queridos. Sin embargo, existen corrupciones que tuercen esa búsqueda de placer y que corrompen el alma. Es clara la presencia del hedonismo dentro de la obra, a través de sus diferentes personajes y que en la mayoría de los casos tuvieron un final triste, pero que sugiere una enseñanza para el lector, y que se difundió en gran medida gracias al estilo presente en el texto y a su lenguaje. Pueden apreciarse las dos caras de la moneda que en la época pudo ser importante entre una segregación social. La doctrina del hedonismo no es negativa si se tiene usos como éste y en los que por el contrario, puede sacarse algo positivo que debe apreciarse.

Bibliografía

Abril-Sánchez, Jorge. "Una familia de meretrices: Prostitutas públicas y privadas, cortesanas, rameras y putas viejas en la Celestina." Celestinesca 27 (2003): 7-24. Web.

De Rojas, Fernando. La Celestina. Tragicomedia de Calisto y Melibea. México: Leyenda, 1947. Impreso.

Heusch, Carlos. "La comida, ¿tema integral de La Celestina?" Estudios Humanísticos. Filología (2010): 1-20. Web.

Okamura, Hajime. "Lucrecia en el esquema didáctico de Celestina." Kumamoto University of commerce (n.d.): 53-62. Web.

Real Academia de la Lengua Española. n.d. Web. 2015 Mayo 07.

Sanmartín Bastida, Rebeca. "Los testigos de la ruina en La Celestina: Sosia y Pleberio, voyeurs e intermediarios del arte macabro." Centro de Linguas e Culturas (2006): 187-196. Web.


 
 
 

Bình luận


Featured Posts
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Recent Posts
Search By Tags
Follow Us
  • Facebook Clean
  • Twitter Clean
  • Instagram Clean
  • YouTube Clean
  • RSS Clean
bottom of page